Sofía - He
dado la bienvenida a mis miedos, los he acogido, los he acunado, y me hablaron
de sus inquietudes, de sus motivaciones, de su afligido sentir que me invadía
por momentos, y ellos, esos temores inciertos y mensajeros de algunos de mis
antepasados, o de tiempos que no son tiempos, me devolvieron mis abrazos y me
sostuvieron, mostrándome que también soy el viajero que se oculta de todo
aquello que desconoce, que le abruma, incluso cuando se trata de lo más
sublime, porque la felicidad también asusta cuando no se asume.
Y así, paso
a paso, invité a mis tristezas, a mis iras, a mis rabias, a mis emociones más
alteradas, aquellas de las que más huía, a tomar el té en una tarde de Otoño
como ésta para, sin hacer preguntas, me regalaran sus respuestas.
Me enamoré
de sus vidas, de sus historias sentidas, de sus causas más encubiertas, incluso
de sus indolencias, de sus heridas, de su violencia, de la agresividad del
resentir que se amalgamaba en ellas...
Y frente a
ti, temblando ante tus ojos, abro mis manos, mi pecho y mi alma, y te presento
a mi sombra, parte de mi existencia, parte de lo que soy, aunque te parezca
ruda, fea y desprovista de la tan anhelada belleza.
Y si me
amas, me debes amar también cuando mi rostro sólo muestra mis asperezas, cuando
mi brillo se apaga y aparecen las emociones a las que yo llamo densas, ámame
sin tabúes, ámame con gentileza, ámame sin que lo humano signifique disminuir
ese amor que tanto me profesas, porque yo soy divinidad pero también soy esta
mujer humana que se siente indefensa.
Mírame con
mis llagas, mírame con mi llanto, con mi miedo, con el desconsuelo, con mi
rendición, con mi esperpento, mírame como soy al completo, tanto cuando soy
casi un ángel, como cuando soy absurda y grotesca...mírame a los ojos y contesta...
¿me amas, o me detestas?
Arnau – He
dado todo de mí siempre que he amado, me he desquiciado, me he olvidado de mis
mentiras y mis verdades, me he enamorado tanto de lo que anhelaba hallar dentro
de mí, que no vi que todo eso estaba dentro de mí enterrado. Y ahora, ahora me
observo y todo parece tan claro.
Me preguntas
si todavía te amo, me preguntas si te siento en mí, si te extraño, si me gusta
mirarte, si te puedo amar a pesar de lo que muestras, de tus harapos
emocionales, ropajes rotos que tanto intentamos esconder para no ser rechazados
por las temidas normalidades sociales.
Me descubrí
siendo el sol e iluminé toda mi vida para lograr ser digno de ser amado, y
después supe que no amaría a nadie como se mereciera si no aprendía realmente a
amarme, al desnudo, sin disfraces, y sin máscaras que disimularan mis terribles
malestares, mis castigados años en la penumbra de la incertidumbre, mis
profundos pesares, e incluso aquellos secretos que aún no había explorado...
Y apareciste
tú...
Desnuda, con
lágrimas en las manos, dispuesta a darme todo, todo, sin esperar nada a cambio,
y me hablaste de consciencia, de amor elevado, de besos al alma, de pétalos
desenfrenados que volaban audaces a mi corazón desorbitado, y me preguntaste si
te amaba, si sabía cómo amarte también cuando tu aroma se tornara oscuro y
tapara la luz de la estrella que tanto admiro...
El amor no
distingue estados, no sabe si cumples con los arquetipos inventados, sólo ama,
ama sin barreras, sin tiempos, sin prisas, sin necesidades, sin explicaciones,
sin juicios y sin trabajos forzados... El amor existe sólo si hasta el miedo se
siente también amado...
Así que sí,
sí mi amor, sí que te amo, porque cuando te miro veo mi reflejo y hace tiempo
que también me amo...
Puedo darte
lo que aprendí a darte, lo que jamás dejaré de ofrecerme, y lo haré porque
cuando te amo, me amo, porque cuando me amo, te amo, porque cuando me entrego a
ti, me lleno de mí, y de ti, y de todo lo que somos cuando del ego nos
olvidamos.
Sofía - Así
es como yo te amo, acariciando tu furia cuando te descubres en el enojo de tus
desquicios, de decepciones que todavía no se han resuelto en el océano de lo
que ocultas y emerge cuando menos me lo espero.
Así es como
yo te amo, en tus secretos jamás revelados, con el respeto de tus silencios, de
esos momentos en los que anhelas sentirte solo, sin que mi presencia perturbe
la inspiración de tu alma que vuela libre para expresarse de algún maravilloso
modo.
Así
es como yo te amo, en la distancia, en la constancia, en el abrazo tenue que te
alcanza cuando proyectas tu miedo sin darte cuenta sobre mi espalda, porque te
veo, te siento, porque te admiro y te comprendo, porque en tu historia me
disuelvo, y en la fusión de nuestros besos somos la suma de dos completos,
somos la dualidad fundida en nuestros dos cuerpos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario