Libertad


Apenas abrí la puerta y el sol me dio de lleno en la cara....Me ardieron los ojos de tanta luz y el bullicio de la calle me abrumó. Con un gesto de fastidio me puse las gafas oscuras y me interné en esas calles atestadas de gente....
Hacía tiempo que no salía de mi madriguera y demasiado acostumbrada a mi escondrijo me sentía extraña entre tanto ajetreo, pero el contacto con el aire fresco de la tarde y los viejos olores de la calle me devolvieron un poco la tranquilidad....Caminé sin prisas, sin rumbo, solo llevada por el placer de sentirme libre y escuchar el murmullo lejano del mar. Fue entonces que como llevada por un sortilegio me dirigí hacía ese mar que me llamaba con su loca melodía... Pasé por un puente y crucé al otro lado de la ciudad....Allí las calles estaban menos concurridas y se podía escuchar mejor el sonido de las olas chocando con el rompeolas y el aletear de las gaviotas....
Sabía que era tiempo de partir... De alejarme de aquel lugar y volar lejos, como las aves en busca de nuevos horizontes.... Pero una parte de mí se negaba a hacerlo; quizás por decidía, costumbre o sabe Dios por qué razones... Razones que ni yo misma comprendía;  pero a pesar de todo,  siempre esperaba una señal, una señal que me indicara el nuevo rumbo; pero el destino se negaba a dármela y muy por el contrario me daba nuevos incentivos para permanecer allí... Por eso debía escapar...Alejarme abruptamente y emprender el vuelo...
Casi sin darme cuenta las horas fueron pasando y un velo violáceo cayó sobre el cielo llenándolo de mil reflejos y en medio de aquel juego de luces y sombras una pálida luna se asomó tímidamente...
De pronto, en ese éxtasis de colores y sensaciones, sentí que la ropa se me desgarraba y entre los jirones  de tela aparecían unas voluptuosas alas.....

Y fue así, como si estuviera en un sueño, que me dirigí hacia el barandal del puente y emprendí el vuelo....

En boca cerrada no entran moscas

 

Al señor  Larriaga le gustaba sentarse en la puerta de su casa y parlotear durante horas con los vecinos......En realidad siempre había sido bastante chismoso, pero como comprenderán ahora que estaba viejo y solo, lo era aún más...Así fue, como esa mañana, puso su silla en la acera y se dispuso a conversar con cuanta persona pasara por allí. Y la verdad es que era una hora bastante propicia para tales menesteres, ya que a esa hora, muchas mujeres pasaban aburridas rumbo al mercado y una buena charla les caía a pelo...Así fue que  conversando se le pasaron las horas a nuestro buen amigo, pero también  la lengua, porque empezó a hablar de su hija Irene que vivía en el pueblo vecino y que había heredado todo el dinero de su difunto hermano....Sí pues, su hermano, un hombre muy trabajador y dedicado, le había dejado todo su dinero ...Que por cierto no era poco “Y a mí ni un centavo me dejó el muy maldito” , concluyó Larriaga acalorado...Lo que no contó Larriaga era que su hija lo había cuidado durante años con devoción y cariño mientras él apenas si lo visitaba en algunas festividades y solo por compromiso... No lejos de allí dos ladrones, bien instalados entre los arbustos, lo escuchaban atentamente.
Y esa misma noche, mientras Larriaga dormía plácidamente en su cama; los ladrones se aparecieron en su cuarto y lo obligaron a vestirse y acompañarles...”Ahora vienes con nosotros viejo chismoso “le dijeron y lo llevaron a rastras con ellos a través del bosque hasta el pueblo vecino...
Ya amanecía cuando llegaron a su destino y tomaron una habitación en una fonda de mala muerte,  refugio de parias y delincuentes…. Ya instalados en su habitación, los ladrones se enfrascaron en una acalorada discusión sobre cómo llevar a cabo sus planes, hasta que finalmente decidieron cortarle un dedo al anciano y llevárselo a su hija, para que les pagara  un rescate por el viejo…Luego de cortarle el dedo  al pobre Pierrot  lo  envolvieron  en una tela basta y se dirigieron a la residencia de la susodicha hija...En la puerta un empleado les recibió el paquete y los invitó a esperar la respuesta... Luego de un rato interminable de espera el empleado regresó con la noticia de  que la señorita no les creía nada;  que eran unos farsantes y mentirosos y que mejor se largaran antes que viniera la policía... Furiosos los ladrones regresaron a la fonda y se pusieron a discutir sobre la nueva táctica a seguir; para sacarle plata a la hija, mientras Larriaga yacía en un rincón todo adolorido y maltrecho… Por fin los ladrones decidieron ser más drásticos y cortarle una mano…Y así fue que con la mano ensangrentada y metida en una bolsa de yute, se pusieron de nuevo en camino hacia la casa de la hija…Pero esta vez recibieron la misma respuesta “Puede ser la mano de cualquiera, así que vayan con su cuento a otro lado” y diciendo esto el empleado les soltó a los perros que les dieron un buen susto…
Pasaron varios días y una tarde le llegó a la hija un nuevo paquete, pero esta vez contenía la cabeza de su padre…Ante tal espectáculo la mujer enmudeció y nunca, hasta el día de hoy volvió a recuperar el habla…
Y bien amigos, para concluir les digo que si Larriaga no hubiera hablado tanto, nada de esto  hubiera pasado....Ya  bien dice el dicho: en boca cerrada no entran moscas…

Piedad


Cada vez que veía a la loca, así le decía todo el vecindario, todos se escondían, y empezaban a gritar, ¡allí viene, la loca! ¡Allí viene la loca! Repetidas veces. Ella caminaba con paso rápido, a pesar de que no podía dado a una pierna, que a causa de la poliomielitis el dejo así. Ella con ojos asustados y abiertos, yo una niña de escasos cinco años, no sabía lo que pasaba, ¡solo que todo el mundo se escondía de ella!...Me sorprendió que la gente la mirara con tanto miedo y pavor, ¿no llevaba ninguna arma? ¡No estaba infringiendo la ley! ¿Entonces? cuando oía el alboroto de la gente era cuando yo me paraba enfrente de mi puerta y la veía pasar. Ella, con sus vestimentas viejas y rotas a causa del uso, y con una pañoleta envuelta en sus cabellos negros, y sin peinar. Me veía de reojo, ¿cómo implorando perdón? ¿Cómo? con miedo de la gente que le tiraban piedras. ¡Yo,...pensaba pobre mujer! ¿Y qué gente tan mala qué le tira piedras? ¿Que acaso no tienen ninguna piedad? ¡No podía quitármela de mi pensamiento! Soñaba a ratos, pero también tenía pesadillas.
Mostrar menos

Nostalgia


Ay recuerdo, que tocas la puerta
de la melancolía;
unas veces un sueño otras un susurro del tiempo. 

Las campanas tocan su armonía 
unas veces baile y juego 
otras veces un fúnebre viento. 

Así comenzó el viajero, 
andando en pies de nubes y sueños; 
nadando en un traje de pez y acero.
Volando en espíritu del ave Fenix 
con corazón en llamas de fuego. 

No es tristeza y melancolía 
es un susurro, un soplo del alma 
en la travesía de la existencia. 

Añoro el roce con lo verdadero y eterno. 

Hoy le escribo al recuerdo... 
Piadoso, en calma, como un destello en el alba. 

Unas veces, la fe de crear 
un círculo, con el sentimiento 
del pequeño atrapado 
en su fantasía.

En penumbras


Caminamos despacio
uniendo nuestras huellas con la sombra
y la lluvia que observa nuestra herida.
Sin palabras abrimos los umbrales
de la belleza efímera.
Los cuerpos nos sorprenden
con su temblor de agua.

Visitamos el templo de lo oculto
en medio de la nada.
Nos enlazamos suavemente
con la respiración de los portales.
Me atrapas con tus ojos del océano,
te seduzco en las horas del invierno.

Vamos entretejiendo las vivencias
al tiempo que los meses se diluyen
en la monotonía de las noches.
Deambulamos sin rumbo
bajo la luna atenta a las guaridas,
filtrando nuestro fuego
en la ciudad desnuda, sin fisuras.

Creación


Cosmos y tiempo fogoso binomio.
Viniendo de la nada o de algo ignoto.
Sellando espaldas y el ánimo roto.
De la vida y la muerte, nadie escapa.
Luz cegadora de estrellas impetuosas
Abriéndose espacio y creando el tiempo.
Hervor  candente de nada naciendo.
Al infinito universo existiendo.
Por doquier espacio y tiempo esparcido.
Como amantes nocturnos tendidos.
De la exhausta cabalgata prohibida.
Te expandes al infinito finito,
Con implosión al averno tornaremos

Susurro



Insensible espíritu de mirada triste,
Que en mi andar ceniciento me acompañas.
 Impasible ensoñación que mi alma rebañas,
De puñal agudo que en mi corazón hundiste.
Astuta hada de mil cuentos infantiles,
Que vives aislada del bosque en su espesura.
Pensamiento fugaz que me robas la cordura,
Haz volver de nuevo las ideas a sus cabales.

Aviso

Liquidare todo placer hasta hacerte enloquecer,
No encontrando en mí clemencia ni benevolencia,
Arrasaré tus entrañas y asolaré tu plácida existencia.
Entérate de una vez: eres mi objetivo y te haré estremecer.

Desharé tu agradable día a día hasta erradicar cualquier alegría,
Siendo esa enemiga convertida en incómodo inquilina,
Gozaré inyectándote letales momentos de sufrimiento.
Recuerda esta advertencia: eres mi querido y te mataré con alevosía.

Romperé tus ilusiones hasta hacerte desfallecer,
Ignorando tus súplicas sabrás lo que es impotencia,
Me reiré sarcásticamente y haré que pierdas la paciencia.

Piénsalo bien: siendo mi meta… ¿Qué pretendes hacer?

Se dejo querer


Sofía subió a aquel alejado y solitario lugar a menudo. Y en los dos últimos años contempló las impresionantes vistas al infinito que aquel mirador cómplice de su sufrimiento le ofrecía. En muchas ocasiones, probablemente en demasiadas…  Lo hizo cada vez que sintió cómo la nostalgia se transformaba en una soga asesina que apretaba con firmeza su, ya de por sí, lastimado corazón y se empeñaba en nublarle la razón.
Desde un primer instante la joven Sofía supo que esa relación iba a resultar compleja y que, muy probablemente, estaría abocada a terminar de la misma manera que comenzó aquella tórrida noche de verano: repentinamente. Los camaradas que compartieron confidencias de camarote con el marinero le advirtieron de que iba a sufrir con aquello pero allá se empeñó en vivir esa pasión como la adolescente impulsiva que siempre fue. Al fin y al cabo, tener un amor en cada puerto jamás le había supuesto problema alguno…Nunca…Hasta que ese día en el que todo cambia irremediablemente, llega. Y eso sucedió cuando lo conoció…
Martin jamás osó  exigirle nada distinto a lo que le pedía a las otras, sin embargo ella se lo entregó absolutamente todo.
La desgracia hizo que Sofía enfermase algún tiempo después de conocer a aquel apuesto hombre. Su todavía joven corazón resultó no ser tan fuerte como ella siempre pensó y se vio obligada a regresar antes de lo deseado a la tierra que la vio nacer. Cuando su barco llegó a puerto, lejos de alegrarse por volver a casa, sintió una dolorosa sensación de desapego. Nada de lo que le esperaba en aquel lugar le interesaba lo más mínimo. Aquel estado de continua melancolía perduró más de lo que hubiese sido razonable y únicamente  conseguía apaciguar su desasosiego cuando veía el mar desde aquel impactante acantilado. Mirar al infinito y perderse en el inmenso océano se convirtió en su obsesión. Esas bravas aguas, imaginariamente, le conducían de nuevo a los brazos de su amado y, a través del olor a salitre que trepaba por las escarpadas rocas, Sofía rememoraba el perfume de Martin que, desde allá donde se difumina la línea de horizonte, le continuaba atrayendo con desmedida intensidad. Junto a aquel joven  de mirada intensa y poco pudor, tan distinto en todo a su apocado novio de toda la vida, aquella sirena de mar conoció el verdadero significado de la palabra pasión. Cada encuentro, mucho mejor y más intenso que el anterior, le ataba más fuertemente a la pata de la cama de Martin. Mientras, el compartía sábana con ella y con otros bolsillos generosos. Ella siempre lo supo. Sólo en un principio aquella situación no le importó. Sólo  entonces.
El día de la despedida definitiva, ambos sabían que jamás se volverían a ver, entre revolcones y sudor Sofía adivinó en la mirada de su bello amante que su pena era pasajera. También intuyó que todo en él fue fingido y  aquello le dolió todavía más que el chasquido que sintió en su enfermo corazón cuando cerró la puerta del dormitorio para siempre.
Ya en tierra Sofía fue incapaz de olvidarlo. Nunca consiguió borrar de su mente aquellos labios de ni aquel cuerpo, ni aquella mirada. Jamás. Ni tan siquiera la lluviosa tarde en la que un cándido José Luis le dio el “sí, quiero” mientras una lágrima se deslizaba por su  rostro, quien sabe si intuyendo una vida llena de decepciones y de sueños imposibles junto a su eterna prometida. Cierto es que, a pesar de haberse jurado mutua fidelidad ante todos los parroquianos de la zona ,algo que el ilusionado joven cumplió al pie de la letra desde el primer segundo porque su corazón así se lo dictaba, para Sofía fue algo imposible de llevar a cabo, ya que el recuerdo de Martin invadía sus pensamientos día a día… Noche a noche.
Un día cualquiera la soga se incrustó excesivamente en el apático y envejecido corazón de Sofía y la joven notó cómo su alma entraba en estado de coma irreversible. Contrariamente a lo que le había ocurrido otras veces, en aquella ocasión no se le nubló la razón; al revés, ahora conseguía ver todo con total claridad. Había llegado el momento.
Esa soleada mañana las vistas desde el acantilado eran más nítidas que nunca. Sin vacilar ni un instante, de un firme paso al frente y sin aspavientos innecesarios, Sofía  se entregó a aquellos azules brazos que, desde allá abajo, le animaban a huir de su apagada realidad y  prometían liberarle de cualquier atadura. No se lo pensó dos veces. Se dejó llevar, se dejó querer…

Creep

Con ira en el corazón,
Estoy maldita,
Por todos los dioses fugados.
Por las razones inconlusas de tu alma,
No hay alas en tu espalda,
Ni oscuridad en tu corazón,
Sólo el viaje de infinitos,
Corrompidos por mi presencia.   
Tú locura empedernida
Persigue el trance de mis movimientos,
En la fauna del baile;
Y en la fabulas de nuestras vidas.
Tantas veces encontrados,
Muchas veces ignorados,
Allí, donde el paraíso es un árbol desnudo.
Maldita,
Por todo lo que soy,
Por lo que está escrito en mi.
El alma crepuscular de tu cuerpo.
 En los tiempos,
Yacen las memorias
Fortuitas de tus ojos.
 Y en mis ojos,
Yace tu mirada,

Perdida en mares de inconsciencia.

Trance

Esparcí tus cenizas por donde van mis pasos
En los rincones de mi oscuridad encontré tu reflejo
me sonrió a través del cristal que contenía la esencia de tu memoria
clara fue tu sonrisa como el brote de un arroyo
tu mirada un trozo del cielo nocturno que tan celosamente guardaba para mí
y tus manos un consuelo irreal.
acudiendo una vez más para aliviar mis noches de angustia
abriendo paso a la razón incierta en medio de la desesperación.
Escuché el sollozo de un ángel a lo lejos de mis horizontes
pero el temor a los designios divinos me había abandonado hace tiempo
tanto era el alcance de mi pasión por ti como para velar la razón;
pues el susurro de la tentación interrumpió mi silencio
y yo no me atemoricé ante ello.
Una vez más me he hallado al borde de la desolación
entre la delgada línea que separa la obsesión del recuerdo
y la caricia inocente de un amor ingenuo
del ansía contenida en un beso lleno de posesión.
Las horas pasan como una hoz que se cierne sobre mi cabeza
dejándome guiar por el sonido de una brisa helada que no había sentido antes
llevó mis pasos hacia las laderas tocadas por el Invierno
me dejó caer en medio de la nada desdeñosa
envuelta en tus cenizas

observando con adoración tu sepulcro.

Noche



Ahí está, la luna, siempre 
Redonda, hinchada de frotarse contra el cielo
Rasga mi piel con su delgada luz 
Cae sobre mi pelo 
con la levedad de una sirena 
que no se hubiera dado cuenta 
que no posee piernas
Solivianta mi sangre 
Me enciende de locura 
Me regala una piel fosforescente 
y me convierte 
Aceite hirviendo 
en fauna 
Envase y cuernos y cabello desbocado 
bajo el lúbrico soplo de lo oscuro.



                                                    Laura

Desolación

          
Desterrada hacia el olvido,
Mi batalla no enfrenté
Hoy condenada me alejo
Hoy sola en desolación.
Mi destino está en lo etéreo
En mi propio peso
Colapsada estoy
Como si todo regresara hasta 
El origen
Como si mi espiral aun
No culminara.
El olvido no es opción
Hoy te llevas todo
Y sé que mañana también.
Hoy te quemas en mi vientre
Pero después arderas
Como el fuego eterno
Que hoy no encuentras
Adicta a este dolor...
Aferrada a tus mentiras...
Más al final
Cerraras tus ojos
Calmaras tu aliento
Sucumbirá
Tú esencia
Y nada más será la nada
Será el olvido.

Amo y Señor


Ahora veo un río fluyendo;
Luego ni barco ni puente se ven.
Ahora veo un arbusto floreciendo.
Ni rosa ni espina después.
 Ahora veo un horno encendido;
Ahora ni fuego ni humo puedo ver.
Ahora veo la luna que tristemente se asoma
Como artesana la encontré después.
Y mis ojos se cegaron 
Y mi boca se seco
Y mis sentidos apaleados por tanto dolor
Solo espero ese aliento, frio y acogedor
Estas aquí ¡oh gran Seth!
Puedo verte, me rindo ante ti
Amo y señor

Elocuentes memorias



Al abrigo de esas palmas en hilera
la redondez del horizonte
cromado por el sol
destella en el ambiente
la paz de los paisajes.
En las esquinas del paisaje
 Cuela a gruesos gotones
  la mayúscula guerra
su mortecino plato de abandono.
El sol pinta su lujo tropical
sobre la Isla,  diminuto terrón
 del planisferio 
universo total en nuestra mente.
Caña quemada, olores campesinos: 
olor a infancia en el aire  terrenoso.
Globo macizo transparenta la tarde,
a ese fugaz  interior en el hombre.
En el iris los colores más firmes
  de esta arcada inconsciente
y abolida.

La sombra de las mentes sucias

Mastica chicle, su labial esta corrido, sus ojos estáticos de tanta falopa. Reza mientras fuma. Pide que llegue un borrador y lo elimine todo, que quite esas manos, esos morados en su piel, que tome esos cuerpos alebrestados de alcohol, les amarre la sucia lengua, les corte las manos con las que la torturan más allá de su imaginación, mucho más lejos del disfrute y cambie los gritos y las palizas por besos suaves y calientes. Que los hombres nazcan sin pene. Maldito músculo que los controla desde que son casi niños, palo ciego, estúpido, impulsivo con el que la hieren cinco veces al día.
La tomaron y la dejaron. Pero algunos vuelven, con más ganas, con más ideas fatuas, con una admirable imaginación para la tortura. Repite esto, grita aquello, cómete lo de más allá, si te aguantas te pago el doble.
 Las sombras la persiguen. Un culo abierto por aquí, un rastro de baba blanca más allá. Sus pezones irritados le hicieron jurar que nunca más los trataría así, y al recordar tanto maltrato siente dolor en sitios nuevos.
Llora su tristeza con vergüenza. Debe desnudar al cliente que la espera sentado en su colchón.

Vos (...)



Hoy, es uno de esos días en los cuales todo me lleva a vos…una vez más. ¿Cómo develar lo entrañable de tu alma, si me acusa el recelo de la incomprensión? ¿Cómo decirle a la vida que elijo mi trayecto si al atenerme a los hechos, el volcánico aliento de tu risa...se desvanece en la contradicción?
Me resisto a jugar con tus cartas... pero a la vez soy tu única exponente. ¿Acaso existe alguien más en tu cruento teatro de locura? ¿Escogiste mi corazón dotado con tu brillo o es solo el azar de nuestra naturaleza lo que une ambos cuerpos racionales?
¿Cómo hallar mi compostura... si lo irracional se consagra ante mí, dosificando mi realidad en búsqueda de tu compañía?
Son demasiadas preguntas que ocupan mi mágico tiempo, donde al girar mi rostro, tu figura transita la abstracción de mi ser.
Busco tu respuesta, hago que se plasme imperativa... Tu símbolo de profundidades, inquieta mi devenir emotivo.
Te proyecto tan cerca... que si estiro mi mano, temo desplomar mi armadura.
Acércate a mi espíritu... podes verlo... agoniza en tu alma, hasta nutrirse de magia.

Abatido


Aquel  mimo se sentía deprimido, su sonrisa tan alegre se había ido y en su lugar había dejado una mueca de tristeza, su maquillaje estaba corrido dejando ver su rostro pálido y sus tremendas ojeras provocadas por la falta de sueño que ha sufrido.
En su trabajo no encontraba el sentido, sus movimientos no tenían gracia y sus shows eran muy insulsos provocando que el público se aburra, lo cual entristecía aún más al mimo haciendo que éste se aísle de la sociedad encerrándose en su casa.
El mimo pasaba todas las noches sentado a oscuras en su cama mirando fijamente el suelo y pensando en todo lo que ha pasado en su vida. Su mirada reflejaba toda la angustia que esto le producía y sus lágrimas estaban cargadas de la más cruda frustración que alguien pueda sentir.
De día, el mimo, se la pasaba encerrado en su cuarto, las cortinas siempre tapaban la luz que intentaba pasar por la única ventana que había en toda la habitación, también solía quedarse siempre en una sola posición durante horas mirando hacia la nada y vagando en sus pensamientos. La habitación estaba muy sucia y descuidada, las paredes y el techo tenían un color azul el cual no se podía observar muy bien debido al moho que tenía, y en todo el lugar abundaba un olor a encierro y angustia.
El mimo ya no sabía que hacer de su vida, empezó a descuidar su higiene y sus pensamientos se hicieron oscuros, lo único que invadía su mente era el rencor que tenía, pero no con alguien más, sino consigo mismo.
Él ya estaba harto de lo que tenía que vivir a diario, así que se le ocurrió una idea y decidió ponerla en marcha. El plan era acabar con su propia vida, pero piénsenlo ¿Que otra opción tenia aquel pobre mimo consumido por la soledad?
El mimo se paró lentamente, como si le costara hacerlo, y busco todos sus ahorros, una vez que los encontró se dirigió hacia la tienda de armas más cercana que había. Al llegar pidió, con su voz entre cortada y carente de alegría, una pistola 9mm y al terminar con esa tarea volvió de nuevo a su morada.
Él sabía bien lo que estaba por hacer, se sentó en su cama como lo hacía habitualmente, tomo el arma y se apuntó en la sien. El mimo sentía una mezcla de emociones que lo mataban por dentro, pero sabía que ya no había vuelta atrás y entre lágrimas apretó el gatillo acabando con su triste vida

Efigie


De manera pausada y detallista, el artesano esculpió la réplica a imagen y semejanza del encargo recibido por el viudo, quién, tras entregarle una importante suma de dinero, decidió homenajear a su difunta amada haciéndole un hueco en la eternidad.
No superó la desdicha; la obsesión venció a la razón. El cuerpo inerte de la copia yació en el firme prolongando la austeridad de su linaje. Él, abrazando la tristeza, decidió dejarse ir bajo un manto de lágrimas.

El polvo y el tiempo siguieron su designio inescrutable olvidando que dos amantes no se despidieron.

Cautiva


Dejó de golpear las paredes, ¿no ves que quiero dormir? Soy solamente una guardia de prisión y de acá no vas a salir. Y todo el día te tengo que vigilar,
Toda la noche te tengo que aguantar. Quiero dormir, déjame descansar.
Si dependiera de mí, no estarías más acá, Te sacaría de inmediato, pero no soy yo.
Quien está al mando me prohíbe abrirte las puertas, Estás encerrada de por vida.
Me duele mirarte, siento como si me ahogara, me cuesta hablarte, nunca encontraré las palabras adecuadas así poder desquitarme.
Ni siquiera puedo controlarte, si siempre haces ese ruido. Sos la prisionera que el más fuerte encontró, y a mí me dio la tarea de cuidarte. Frente a mis ojos estás día y noche.
En el día te vigilo, en la noche no te soporto, ¿Me queréis matar de un insomnio?
¡Quiero dormir, quiero dormir!

Elegía



 Y al fin abrí la puerta, y salí a caminar
No salí por la calle de la bondad,
No tomé la avenida de la oscuridad.
Un único camino es el mío,
La ruta de la neutralidad.
Porque los cambios que sufro son constantes,
Porque la sonrisa me dura un día,
Porque en la mañana me despierto con venganza
Mi rencor se vuelve una manía,
Y por un día mi bondad descansa.
Camino por la ruta gris, donde nadie sonríe.
Camino por la ruta gris, donde nadie se enoja.
En medio de la ruta gris, donde los autos no pasan.
Esta es la ruta gris, donde las lágrimas no te mojan.
Sin motivos de felicidad, sin motivos de ira
Sobre líneas blancas del asfalto negro.
Y veo como el cielo gira y gira
Es gris el tornado y no me hace daño.
Sólo ataca los colores de esta ruta.
Y veo como caen los paisajes, ahora humeantes.
No me decidí por el lado blanco,
No lo hice por el negro.
Varias veces soy mala, varias veces soy buena.
La neutralidad espiritual es lo que tengo.

Definitivamente te amo



Noche de desvelo, arde mi corazón
Impulsa cada una de mis palpitaciones con el fulgor de tu presencia
En esta vida mis penas se han visto recompensadas
tan solo con tu mirada posada en la nada que cubre mis ojos.
Rindo culto a cada una de las facciones de tu rostro
que hace mella en mí como la noche al extender su manto de negrura
en cada uno de los rincones que habita mi imaginación
Regodeándose en la sutileza del sentimiento
que tu pasión ha ocasionado en mí.
Invocó tu imagen en las horas más siniestras de mi existir
pues incluso tu voz es como un elixir que atenúa mi agonía
deslizándose sin prisa en cada una de mis venas
Mientras el eco del silencio se escucha a las puertas de mi locura.
Es tu boca una réplica del veneno más dulce que pueda existir
Tu piel como de mármol ha quedado grabado en cada uno de mis sentidos
El destello de tus ojos refulge como fuego en la oscuridad
atrayéndome sin ningún reparo hacia el hechizo indómito
al que has logrado someterme.
No puedo escapar de la influencia de tus artimañas
Solo vos sabes bien como apelar a mis instintos
Tal es el apego que siento de manera inevitable
Que no deseo estar lejos del alcance de tus labios nunca.
Conmueves como una daga que se hunde en medio de mi pecho
robando hasta el último atisbo de aliento que me queda con vida
Y al mismo tiempo brindándome la gozosa sensación
de saberme conteniendo cada una de tus intenciones y movimientos

Me pierdo en el sonido de tu voz mientras la hora nocturna me llama.

Amor meu



Veni, no te ciegues más por tu triste destino,
yo encuentro bajo las ramas del amor y el odio,
en todas las pobres y tontas cosas que un día viven,
tu viril figura, amor mío
 vagando en su errante vía.

Gurú


             
 Dicen que la cautela y la prudencia
Son las raíces de la sabiduría.
Y que existe un inocente inspirado,
Un pensamiento hambriento de gloria,
Un buscador incesante y orgulloso,
Deja que se acerque,
Alabara a las multitudes con su sinfonía,
Que cada semana se reunirán para oírlo,
Su sentencia clara enseñara a otros
 a dirigir el curso,
Sin embargo, él correrá una vida incansable,
Salvaje como las olas…

Humilde parecer


Amigas mías les ruego no se lamenten
Estamos vacías porque otros amores nos esperan,
Odiemos y amemos a través del tiempo imperturbable,
Ante nosotras yace, interminable, lo eterno,
Nuestras almas son amor y un adiós perpetuo
Podemos descansar y no temer
Al acechante y sordo despertar
De una vida que transcurre a ciegas;
Llena de desperdicios y penas.
Debemos  despertar y pensar en lo dulce
Que es nuestro amor, en su íntimo ardor.
Será más dulce para los labios que conocerán,
Más dulce de lo que sus corazones intentan ocultar:
Anhelos absolutos e insatisfechos.
La respuesta a todas las esperanzas
Se cierran sobre nosotras, muy cerca.
Conmemoren los antiguos besos,
Y aún el frío dolor que crecía.
Recordaremos aquella poderosa dicha,
Y aún los ojos y las manos perdidas.
Quitaremos  todo el remordimiento
Por lo escasos que fueron sus besos,
El sabor a miseria en sus labios marchitos.
Entonces parecerá Amor, pero nacido para morir,
El Hoy es inquietud, dolor:
La bendición es el olvido, el silencio;
Amor de  mujer  es solitario, más nunca será un secreto.


                                                                                          Laura 
Él está  en la cama adormecido. Entra y sale al mundo en intervalos, solo que no es al mundo adónde va.
Ojalá pudiera ver el mundo. Lleva mucho tiempo entre esas cuatro paredes blancas. Una de ellas tiene una ventana, sí, pero también lleva mucho tiempo sin arrojar la mirada por ella, pues apenas tiene fuerzas para girarse; ni siquiera recuerda que allí haya una ventana exactamente, pero aún le queda un poco de sentido común, y comprende que esa claridad en la que está bañada la pared que logra entrever solo puede proceder de la calle… y que en esos momentos, por alguna razón, es lo que más necesita. Necesita que esa luz le acaricie el rostro, necesita mirar a través de la ventana, para ver el mundo, porque al igual que sabe que esa luz procede de una ventana que no recuerda, es consciente de que su final está cerca, y no quiere irse sin ver por última vez algo más que esas cuatro paredes, sin ver el brillante cielo azul, sin ver las verdes hojas de los árboles, sin ver los impresionantes edificios medievales, vikingos y árabes. Solo así se irá completamente feliz. Pero no puede, es incapaz siquiera de levantar del todo los párpados.
Toda su familia está ahí. Está entre una insistente neblina. Pero está. Los oye. Los siente. Ojalá pudiera pedirles que le dieran la vuelta. Al igual que él, saben que el final está cerca. Y se siente contento, agradecido y querido. Él también les quiere ahora más que nunca. Un leve dolor le arde en algún lugar imposible de identificar, pero no le importa, porque los tiene a ellos. Con esas personas a su alrededor, se siente feliz; pero aun así, sigue experimentando la apremiante sensación de girarse y echar una última mirada al mundo. Solo espera poder hacer eso. Para poderse ir tranquilamente y completamente dichoso…
De pronto, algo poderoso, enérgico, le golpea suavemente el cerebro, el cual envía señales a sus ojos para que los abra del todo; estos, por supuesto, lo hacen. Ve bien. Luego continúa enviando mensajes al resto de su cuerpo. Así pues, en menos de  un segundo, su cuerpo entero se gira hacia la ventana, provocándole por unos breves instantes una ceguera debido a la claridad, para dejar paso a lo que había estado deseando ver durante mucho tiempo. No contento con eso, su cerebro lanza otra señal eléctrica, y le hace incorporarse, quedando sentado, con los pies colgando de la camilla del hospital, de espaldas a su familia… y de frente al mundo. Sonríe. No lo percibe en su rostro, pero sí en su interior, en su corazón. Ojalá todos los allí presentes supieran cómo se siente en este momento. Seguro que así dejarían de estar tristes.
Tan repentinamente como había venido, esa extraña energía se esfuma de su cuerpo, y su cerebro va anulando sus envíos, haciéndoles retroceder uno a uno. Su cuerpo vuelve a debilitarse, y se tumba, se gira, y los párpados le bajan lentamente, consiguiendo ver por última vez las siluetas brumosas de todos los que están ahí.

Esa debilidad cada vez es más intensa, pero ya no le importa y se deja llevar, porque ya ha conseguido lo que quería. Y como para demostrarlo, coge una fuerte bocanada de aire, y la suelta. Sonríe. No lo percibe en su rostro, pero sí en su interior, en su corazón. Ojalá todos los allí presentes supieran cómo se siente en este momento. Solo así dejarían de estar tristes.

Ya no tengo nada que decir
por eso callo
y el silencio me abraza y configura
me da color substancia forma y fondo
figura y sepultura
y me cobra a cien sonrisas el minuto
a mil lágrimas la hora
y a dentelladas exprime mi soledad hasta su última esencia.

Ya no tengo nada que decir
por eso entrego
mi aliento a la estratosfera insolente
e inspiro vaguedades incoherentes
y espiro tornados y huracanes

Ya no tengo nada que decir
por eso callo