Pensamientos



Cuando la luz se haya ido
me encontrara  sin identidad.
El cielo no promete salvajes deseos,
Si acaso la mitad pudieran cumplirse…
La oscuridad  y sus amenazas,
con sus inextinguibles brasas,

jamás someterá mi voluntad.

Tristeza



En la noche, la tristeza es mi última compañía, la lluvia oculta mis lágrimas, la oscuridad mi agonía.
Sin tiempo eran nuestros momentos, estando juntos nos sentíamos infinitos y el universo era pequeño ante vos y yo.
Noche fría y oscura, que se encarna en mi alma y el silencio borra la suave vibración de tus palabras, ahora que no te tengo recuerdo lo que fui cuando estabas.
Porque tu amor duele, y en mi cuerpo agoniza la idea de tenerte siempre. 
Necesito abrazarte, aun en lo frágil que te convirtió esta lejanía.
Mi vida se tiñe de negro y el cielo, pardo como en las noches, se torna gris lleno de tristeza y desesperación al olvido.
Amarga melancolía, nuestra soledad nos cobija y la agonía es nuestro arrullo, pues la esperanza se ha ido y con ella, nosotros.

Delirios


 
La noche estaba serena. La oscuridad devoraba una pequeña embarcación pesquera. Las olas se estrellaban contra los costados del bote y un leve viento soplaba hacia el sur.
Ramón miraba hacia la bahía. Pudo distinguir la costa por la accidentada sombra de su superficie. Calculó que estaba a 200 metros de tierra cuando una descarga eléctrica irrumpió la calma.
Al principio no se preocupó por la creciente tormenta, aunque notó que el agua se agitaba de manera extraña, como si algo la turbara desde las profundidades. Cuando estalló un poderoso trueno, ramón  distinguió una silueta al extremo del bote. Pensó que era su imaginación, pues sabía que su soledad podía traicionarlo en cualquier momento.
Otra ráfaga de luz surcó los cielos y comprobó que la forma desconocida era de gran tamaño. Parecía un muñón cubierto de escamas, como el cuerpo de un enorme molusco.
 
Ramón se arrastró en busca de una linterna. Sus manos chocaron torpemente contra las bancadas. Se astilló. Entonces emitió un lamento atroz.
— ¡Quién eres! —gritó desesperado. Pero lo único que escuchó fue una respiración agitada.
— ¡Carajo, contesta! —pero otro estruendo ensordeció su voz. Entonces pudo ver claramente a la bestia.
 
Ramón se paralizó. Supo que el bulto se levantaba cuando la embarcación crujió. Parecía que iba a atacar. El corazón de Ramón latía cada vez más rápido. Lo sentía en la garganta, en el estómago. El sonido aumentó incontrolablemente hasta que reventó sus oídos. Entonces cayó al agua.
Ramón me contó aquello la noche en que su débil cuerpo yacía sobre mi cama. Lo escuché atentamente, sin interrumpir, a pesar de las interrogantes que su relato me despertaba. Mientras narraba lo sucedido, noté que lo atacaban violentos espasmos y pude ver cómo la pulsación de su corazón le inflaba las venas del cuello. Al terminar lanzó una risa nerviosa que me puso los pelos de punta.
Antes de desvanecerse, Ramón me confesó que el silencio lo había perturbado durante muchos años, pero que el sonido de aquella bestia inmunda lo había hecho enloquecer

Destierro

Viril criatura de perfección divina, que aún sigues atado a la pasión carnal. Déjame contarte que paso conmigo, cuando ya no pude verte más.
Cerré mis ojos, oscuridad y silencio, en aquella noche aún inexplicable.
Gritaron mis oídos, al perverso vacío, hasta que su grito se hizo insoportable.
Me sentí caer, en un abismo que pareció arrastrarme a la misma muerte.
Así nada más; sin más. El cielo quedó perdido y divagando en un ojo de tiempo.
Esa noche la llama viajó por las constelaciones de tu cuerpo, me dejaste sin tu calor. Lumbre en el cielo, frío en la tierra.

Las manos ardieron por tu ausencia, me dejaste resumida a una flama agonizante.

LA CARTA

Carla estaba en el cuarto, bueno, su cuerpo estaba ahí. En una mano aún sostenía la carta abierta, recibida esa misma mañana, mientras sus ojos vagaban por la habitación, como si buscasen las palabras que en ese momento necesitaba encontrar. Guardaba muchas de esas cartas cerca de la cabecera de su cama, para poder releerlas pasados los días, cerrando los ojos en las frases que su memoria guardaba celosamente. Su habitación reflejaba el cuidado que ponía en la redacción de sus cartas. A pesar de tener una habitación pequeña conseguía liberar el suficiente espacio para reproducir un ambiente agradable y cálido. Los días pasaban como si fuesen una copia de los anteriores y ella sentía un frío indefinido que recorría su cuerpo.
noviembre fue un mes dominado por la monotonía, dando la sensación de que se movía en un sueño del que no terminaría despertando. ¿En qué momento había perdido el contacto con la realidad?,¿ qué aspectos de su propia historia habían pasado desapercibidos como pisadas en un espacio inmenso?. Las palabras de la carta venían a ella y se resistía a aceptar que la realidad era todo lo que ahora se presentaba claramente en su pensamiento.
No pudo terminar la segunda línea. En el reloj de pared, situado en el pasillo,  el paso de los segundos parecían  medir la distancia entre el recuerdo y el olvido. Ya nada podía ahogar el paso del tiempo. Apagó la luz con la que iluminaba el tablero del escritorio, quedando la carta en suspenso como su mirada. Desde su ventana pudo observar una ciudad dormida, sólo sus luces daban testimonio de la agitación de esas vidas durante el día y pasadas unas horas se rompería ese hechizo nocturno.

La primera luz de la mañana la despertó, la soledad se resistía a ser relatada una vez más y faltaban sus ojos una vez más para dar sentido a una pérdida ya insostenible. Mirar el cielo azul para buscar una sensación recorrida con anterioridad y  poder sentir su melodía más acá de la eternidad.
El paso de los años había erosionado los esfuerzos de una sola voz por rescatar una y mil veces su historia de los tentáculos del tiempo y salvar la pasión de los dos de lo impersonal del olvido. Cansada, sus manos buscaban la pluma para morir en su tinta la melancolía contenida, las despedidas que su imaginación creaba a este lado del papel.

Se acercó al baño y se miró en el espejo pensativa entendiendo que había llegado el momento de dejarlo ir, de soltar esa mano que había leído su corazón para reconstruir una vida por hacer y poder seguir el camino de los días.


Cuando él falleció ella no supo encontrar una forma de seguir sola con su recuerdo, resguardándose en un mundo donde siempre estaría él. La misma tinta para no decir adiós. Las noches eran demasiado largas y los días fríos. Tan cercanos. Y ahora el resto del mundo. Volvería a caminar.

Inquieta adoración



La noche se ha filtrado
debajo de mis uñas,
qué extraña sensación
la de la luna en mis dedos
aderezada por un cosquilleo
de sangre perezosa,
esa respiración parecida al pensamiento,
ese querer estar viva
para poder contarlo,
y que vuelvan a su lugar

los propósitos soñados.

Mi boca quiere



Mi boca quiere moldear tu deseo
Esculpir tu lívido
Motivar tu piel
Manejar los hilos de tu respiración.
Mi boca acelera el motor de tu emoción
Palpa tus detalles
Define tus relieves
Fricciona  tus puntos claves
Mi boca quiere tocar las fibras de tus latidos
Y las cuerdas de tus suspiros
Internarse en la suavidad de tu calor
Quemarse en el interior de tu ardor
Mi boca quiere…

derretirse en el fuego de tu pasión.

Ofrenda

Hoy recibí el regalo
El destino ya está esperando
Piénsame cuando haya marchado
Dudando en partir, queriendo permanecer.
Piénsame cuando se acabe lo cotidiano,
Revelaras nuestro futuro pensado:
Solo piénsame…bien lo sabes,
No te pierdas en  plegarias o consuelos.
Y aunque debas olvidarme por un momento
Para luego evocarme, no lo lamentes:
Pues la oscuridad y la pena dejan
Un vestigio de los pensamientos que tuve:
Es mejor el olvido en tu sonrisa

Que la tristeza ahogada en tu recuerdo.

Olvido



Aparcada  en mis impaciencias,
como mirando a la nada envuelta en viento helado,
vagando por caminos imaginarios desde mi otoño,
oliendo el incienso de la soledad y el miedo,
quizás estoy estorbando mis sueños mimados,
me desconocen mis propias paredes,
estoy en el camino que no quieren mis pasos,
estoy como dormida en un charco de tristeza,
miro hacia afuera y veo solo mis dedos largos.

Tiemblo al observar mi paisaje vacío,
mirare tu sonrisa en los acantilados de tus recuerdos,
arrastrare mis pasos que duelen mi distancia.


En memoria de mi tiempo apagado

En memoria de mi tiempo apagado
Ya he terminado, represente todos los papeles que me tocaba actuar.
Los ídolos se caen, la pasión persiste, muere un verso
Este…resucitará, libre de todos sus dioses.
Escrutaran todos mis pensamientos, ahogándose con letras que por su carácter pesan.
Ellos, deificando quien sirve y quién no. Buscan el ideal, el pensamiento invencible… eterno; Invadiendo de manera violenta mi arcilla carnal.
Me retuerzo.
Me niego a entregar mi compleja voluntad, ese as de luz.

Y entonces grito, fuerte, alarido ensordecedor…y ahí quedan, en posición fetal, ciegos pero aun con inquietudes.

Amante mío



Amor de amantes que prejuzgan por prohibido. Aquel que late de un instante, que vive de un suspiro.
Ese amor que desafía a la vida por no tener su destino, que en el silencio te extraña, al no tenerte al lado mío.
Amor que fluye en la sangre, que vibra con solo verte, sabe que tus ojos no me engañan son tus labios los que mienten.
Amor que dilata al presente y consume el futuro inerte, solo vive porque te ama y muere porque te siente.
Si la vida me regala solo segundos de tus besos, solo un corto tiempo del destino…bastara una mirada cómplice del alma para unir nuestros cuerpos, en este huracán prohibido.
Cuerpos que sin culpa se sienten libres, sin culpa te siento mío… Perdóname por hoy, mi dulce amante, debo vagar en este mundo a mar abierto, lejos de tu vida, de tus besos. Solo por amarte y no morir en el deseo.
Prométeme mi fiel amante, que me llevarás en secreto, me sentirás en tu piel, en tu sangre, me mantendrás viva en tu cuerpo.
Solo en la distancia intentaré olvidarte, por no tenerte por completo… por no aceptar compartirte,
Estas sellado a mi vida, fundido a mi cuerpo.

Soñar…
Soñar que tu mano es mi caricia,
Soñar que tu sueño es mi deseo,
Soñar que tu mirada es mi descanso,
Soñar que tu nombre es mi canción,
Soñar que tu boca es mi refugio,
Soñar que tu alma es mi regalo.
Soñar que existes...
Despierta descubro… que vivo para amarte.

Vuelve

 
Vuelve

Aquí en mi íntima penumbra, donde brisas y flores se entrelazan
al tedio de una fuerza indolente. Aquí aprendí a llorar con mi propia sombra.
Desvaríos miles, respiro y sé que me basta pedir prestado de tus labios el soplo de mi nombre...susurrando...
Sin embargo sigues ahí, oculto en la distancia de mi olvido reflejado en mi mente...
Hoy más que nunca deseo adormecer mi sed de tú...desmadejar tus besos en mis besos para desgreñar tus ansias, en mi ansiosa piel...

Hermandad, abrazos, amistad.



No hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían en casas contiguas, tuvieron un conflicto. Éste era el primer problema que tuvieron después de 40 años de cultivar su HERMANDAD,  hombro a hombro, compartir el duro trabajo en el campo
Un día tuvieron un mal entendido, que fue creciendo hasta llegar a abrir una tremenda brecha entre ellos, que explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas de silencio.
Una mañana alguien llamó a la puerta de Vicente. Al abrir encontró al médico de la familia, el cual hacía años que no aparecía por allí. Se dieron grandes y sentidos ABRAZOS.
Vicente se sentía halagado por la presencia del doctor, y a la vez le intrigaba el porqué de esa visita.
-       Mira Vicente: (dijo el doctor), venía a ver a tu hermano Manuel, pero no está aquí al lado.
Vicente explico un poco al médico que estaban distanciados… este repentinamente interrumpió lo que contaba Vicente.
. Los últimos estudios que le hicimos a Manuel salieron muy mal, y en honor a nuestra AMISTAD tengo que decirte que…. (Una pausa hizo el medico)
¡DECIRME QUE! (dijo Vicente levantando la voz)
Y el medico dijo
-       Manuel tiene un cáncer terminal, él lo sabe hace años, pero jamás quiso decirte nada para no preocuparte. Debemos llevarlo al hospital, tiene que estar cuidado, y ahí se encontrara mejor.
Eso no es posible; dijo Vicente mientras los ojos se le nublaban, mi hermano pequeño jamás se enfermó, nunca se quejó de nada…
-        Es duro pero es cuestión de días, nada más.
Escucharon los dos como Manuel llegaba a paso lento a su casa, pegada a la de su hermano.
Los dos salieron, Manuel sorprendido por ver al doctor, veía venir el reclamo de su hermano mayor
Vicente corrió hacia Manuel, lo abrazo y lloraba angustiado.
Manuel le hizo un guiño al doctor, la AMISTAD que los unía, había hecho que el medico guardara ese secreto.


Pensamientos, buenas noches


Quienes tuvieron el valor de cavar más profundo que yo, en las sórdidas cavernas del amor, saben dónde se halla su céntrica felicidad.
He amado, he poseído, he contado; Pero aunque amase y contase hasta envejecer, jamás creerían mi absoluta verdad, ese oculto misterio.
Así sueñan los enamorados, con un deleite pleno y prolongado,
Para que esta triste noche otoñal, se transforme en una noche de verano
Quienes tuvieron el valor de cavar más profundo que yo, en las sórdidas cavernas del amor, saben dónde se halla su céntrica felicidad.
He amado, he poseído, he contado; Pero aunque amase y contase hasta envejecer, jamás creerían mi absoluta verdad, ese oculto misterio.
Así sueñan los enamorados, con un deleite pleno y prolongado,

Para que esta triste noche otoñal, se transforme en una noche de verano

Delirios muy míos


Que compleja entidad te puede dar conocerse. Jamás me he acercado al borde de la realidad tranquila que configura mi entendimiento.
 No he conocido el dolor por el túnel profundo que en la piel y la carne provoca el cuchillo ni sé cómo quema el hueco que la bala deja.
 No he asistido al acto animal en el que un ser aniquila a otro. Por supuesto, ese otro nunca he sido yo. Tampoco el de agresora ha sido mi papel jamás.
Nunca he padecido infortunio de violencia salvaje sobre mí. Ninguna parte de mi cuerpo ha sido rota ni dañada por golpes brutales y reiterados. No sé lo que es la locura del dolor ininterrumpido.
Soy mujer feliz que ve y lee lejanas noticias de dolientes humanos, tan distantes, que parecen sacados de una película con final triste.
Soy la que un día, al amanecer, vio ante sí el cuerpo tendido de un hombre sobre la acera. Nadie transitaba. El día iniciaba su luz. Soy la que se apartó del bulto arrugado e inmóvil, en postura confusa y extremada en sus giros, como si sus articulaciones estuviesen dislocadas provocando dobleces inverosímiles en brazos y piernas.

Soy la que pensó en su prisa y su tiempo, en su cómoda rutina, en su segura distancia y lejanía. Soy la que, huyendo, se dijo que aquel encuentro debería de ocurrirle, un poco más tarde, a otra.

"Hasta la noche"




De pronto su mirada se desvió hacia el calendario clavado en la pared, y los números parecían bailar ante él. Extendió su mano y puso la palma sobre la hoja del mes de Mayo; así notó el movimiento, como de hormigas, que hacían cosquillas en su piel. Cuando levantó la mano, los números de los días le miraban sonrientes, pero seguían burlones y saltarines. Él sólo deseaba saber cuánto tiempo faltaba para la noche, pero los traviesos días no querían decírselo.

Inicios, ausencias y caminos.

Donde la noche acaba se inicia tu mirada de cielo abierto y surge el reencuentro, siempre sorprendente, de sol y de vida.
Ensenada de aguas tranquilas, ajena de tormentas y plena de luz, tu camino corto, sendero a la nada, es tránsito de fe en vacío que no dañ
a.
Ausencia de sabiduría y también de lucha y ambición, carencia de destino concreto, ofreces el universo, que ni sabe, ni lucha, ni ambiciona, ni conoce su fin, pero es reposo y vida de todo lo que en él permanece.
Donde la noche acaba se inicia el descanso de mi amor en tu mirada.

AMOR


Date vuelta gira tu cuerpo hacia mí con la inocencia fingida del acto casual. Y después ladea la cabeza y mirame como si yo ocupase toda la capacidad que de ver tenes, llenándome de tus pupilas que se agradan y se fijan en mí con interés exclusivo. En un momento dado frotarás un labio contra otro, procurando que yo siga todo el proceso sin perder un detalle. Despacio te quitaras la ropa, solo… mi desnudez te espera. Por fin, tropezará tu cuerpo con el mío en el movimiento impreciso de una leve torpeza.

¡Qué cantidad de palabras de amor puedes decirme en el idioma universal que todos conocemos!

¿Cuántos años tenes?


 A ver, te sacare de dudas...
Tengo la edad de cuando era virgen y para no ser menos me comí a mi compañero, el de gafas oscuras y su aliento... Tengo la edad de cuando se está seguro de que en todas las partes del mundo viven, piensan y sufren o ríen como yo. Tengo la edad del egocentrismo altruista. Tengo la edad de mentir y que se me note, y de la risa cómplice entonces. Tengo esa edad buena en la que todo está a punto de suceder: el hoy es un segundo que tiembla inseguro, el pasado no ha existido y el mañana no es sólo todo lo que queda, sino que también es lo único que llena el pensamiento. Mi edad es la de quien sonríe sin saber por qué, pero que se sabe feliz.

Y es que tengo la edad que tenía cuando me enamoraba en cada esquina. En serio, tengo la edad de los veranos que no se acaban y de las fiestas que están a punto de empezar, de las palabras vacías pero llenas de promesas, de las miradas de miedo inseguro y gesto altanero. Tengo esa edad que caduca en la eternidad.

A ti

A ti
Una estrella boreal
me lleva hasta tu almohada.
Amándote,
con toda mi alma.
Besándote,
en todos los amores.
Gozándote,
en todas las pasiones.
Acabándote,
en las más íntimas caricias.
Saboreándote,
en el glorioso delirio del placer,
en la sublime hoguera
de un misterio de amor.
Te espero con todo lo que soy
te sueño con toda mi grandeza.


Te vi


 Te vi
en el jardín abierto por la luna
y en aquel instante
un rayo sumergido en el ensueño
te alumbró en la distancia.

Me viste
sobre la herida blanca del silencio
y entonces tú captaste
que el amor era sólo una visión.

Nos vimos
aquella tarde en medio de las nubes
y una línea infinita
hizo de bisectriz en nuestro encuentro.

Te miré
al tiempo que una estrella
nos robó el jeroglífico del alba.

Me miraste
a través de la luz de una farola
y entendiste mi alma con la sombra.

Nos miramos
un día de tormenta
bajo las ruinas grises de aquel faro

y un relámpago azul evanescente...

Senda



Me derramas, me derrites
y me tomas entre tus manos
para regresar a mi forma
que se posa sobre tu cuerpo,
lo cubre, lo resguarda, protege…
Y me das la bienvenida en ti,
me invitas a invadirte, conquistarte
con la tierna guerra de besos,
caricias y manjares de la carne.
Nos forjamos en uno,
Nos fusionamos en un suspiro
para separarnos en el estallido dulce
de nuestros cuerpos
y regresar al mundo
mucho más sedientos, uno del otro.
Comamos de nuestra carne
hasta quedar sólo vestidos de deseo,
Leernos como ciegos,
encontrándonos,
Seducir uno al otro
para extinguirnos
del tiempo y del espacio

y emprender el vuelo.

Cautiva


Toque sutil, casi prohibido sobre tu piel
para despertar la furia del amor,
salvaje y delicioso ritual
que danza en tu ojos
y me atrapan, me haces prisionera
sintiendo en el cuerpo
néctar que se derrama de tus formas
y voy sedienta a ellas,
beber hasta caer rendida,

poseída, sonámbula de ti.

Inundación made in Argentina



Este es nuestro hoy, provincias del norte
 Ciudades sumidas en el desastre
Los libros empapados que antes supieron contar cuentos
El espejismo de la negligencia.

La naturaleza nos sujetó con fuerza
Convirtiéndonos en ordinarios animales
Despojados de nuestra ropa
Aferrados a los árboles rezando
Por más ateos que fuéramos.

Y pobres de los que ahora golpean su pecho con fuerza
Lloran con lágrimas secas
Y elevan los dedos índices con facilidad
Intentando tranquilizar el doloroso sentimiento
De culpa que produce el remordimiento.

Pero no
Culpable vos, culpable yo, culpable todos
Culpables los que suponiéndonos amos y reyes
Manejamos el mundo a nuestro antojo
Y desconocemos nuestra innata condición de peones
Hasta que el desastre es ineludible a los ojos.

Desgraciados los que perecieron a la injusta ecuación
De tener mucho o poco
Encontrando la injusta equivalencia
De no tener nada.

Pobres los que vagan alarmados y errantes
Por un océano de barro, de recuerdos hundidos,
Regresando a los restos…

Ahora espontáneas masas divagan por las diagonales
Diversas, heterogéneas
Pero convergen en la desidia y el dolor,
Donde nace la semilla del desasosiego.

Y entonces, las manos comienzan a extenderse
No conocen raza, geografía o edad
Al principio sólo un par de manos
Que luego se multiplican
Por dos, por veinte, por mil
Acortando distancias
En sus palmas traen esperanza
La fuerza requerida para reconstruir los cimientos
De aquellas sonrisas que hoy no ríen.

Aportan la ilusión necesaria
Para perder la paranoia que nos consume
El miedo que nos acongoja
Cuando el firmamento se tiñe de gris.

Acarrean la paciencia necesaria
Para aprender a vivir con los fantasmas
Los gritos, la desesperación, las memorias
De aquella noche que jamás será olvidada.

Por eso, y a pesar de todo, nos sentimos bien,
Sabemos que más allá de la distancia
Lejos, o quizás no tanto,
Se siguen extendiendo las manos que comprenden
Lo que nos espera más allá del horizonte

No parece tan malo…

Este poema lo escribí hace tiempo, hoy lo vuelvo a sacar porque encaja con este, mi momento.

Demanda

Comienza por quitar mis capas hasta el punto en que puedas ver mi alma
Y trátame como a una bestia, sin delicadeza y con furia…
Aparta el agua de mi boca y conviértete tú en agua
Hazme adicta a tu carne y déjame devorarte como loba hambrienta

Dirigirte a mí con sonidos, ya que las palabras, no serán suficientes
Y apriétame fuerte, como si reventar mis órganos quisieras
Hala mis cabellos hasta el cielo y arráncame un grito de la garganta
Desliza tus garras por mi espalda y como los pájaros en la selva cantan, canta.

Ata mis manos con cadenas, para que no sean ellas las que te maten
Para esperarte mientras te vengas y yo venirme sobre tus linajes… y
Que la lluvia nos humedezca y nos mojemos solo lo necesario
Que el tiempo pierda sentido y que la muerte muerda nuestros labios….

Que nuestros instintos sean nuestra razón
Perfora mi pecho en un acto GROTESCO

Y arranca sin pensarlo mi corazón.

Quitando escombros

 

Noche que cautiva sobre todo cuando apagamos la luz de lectura y decidimos dormir. Sin embargo, el insomnio lo arroja todo por la ventana y nos propone otro plan… Por un instante, al contemplar las estrellas y escuchar el sonido del mar, toda preocupación parece olvidarse. Los cuadernos a medio terminar, los argumentos guardados en el cajón, la miseria posible y la grandeza, la simple existencia merecida de un porvenir. Todo. Absolutamente todo. La vida es una y una es la respuesta. Esta noche él y yo, caminaremos por estas calles mojadas de Buenos Aires, mientras inventamos canciones, tomados de la mano, por si el frío nos asalta, sin miedos, con coraje, a tu lado, porque ya no hay nada que esconder, ya no hay nada clandestino y el amor no se elige, te arropa.
Desnudada de vergüenza, de temores y miradas furtivas. Ya sé que te voy a amar, porque aunque mi corazón esté de vuelta, necesita una transfusión de urgencia, aunque no me preguntes mi grupo sanguíneo, porque no me lo sé. Seguimos paseando mientras se apagan las luces y el blanco y negro se vuelve color, y ya probarte ni vernos, es un acto suicida… Y es que no puedo cambiar lo que siento. Ya me hirieron en el pasado efímero. ¿Y qué? ¿Y qué si te quiero? Pero ya empiezo a notar que te tengo y vuelvo a sentir el miedo de navegar en tus brazos. Soy humana, tan imperfecta o más, que cuando nací, creo.
Ya perdí la cuenta de tus caricias. Nos hemos dejado llevar por la ternura. La piel, nuestras pieles, poco a poco cumplirán esos deseos manuscritos en bancos, árboles, paredes y aquellos cuadernos que dejé a buen recaudo en aquel cajón.
El insomnio será un rumor.
Y si hay una despedida, nos partiremos en dos, para hacerlo, si cabe, más bello, todavía, porque ahora todo empieza y acaba en ti, y ya, aunque algunos no sepan del amor, no tenemos que pedir perdón ni escondernos detrás de ese cortinaje. 

Lamento nocturno

Lamento nocturno

Tu beso sobre mi frente
tiene la misma gratitud
que la luna entre las ruinas,
que los óleos en las llagas
y de las claves que aflojan
el cordaje de las arpas...
Tu fresco soplo serena
La exaltación de mi alma
cansada de llamar sin nombre
y esperar sin esperanza
por haber nacido póstuma
dentro de su propia lápida...
Viento suave del crepúsculo
que cruzas sin decir nada
el transitorio paréntesis
suspendido en la sombra vaga,
cuando enmudecen las cosas
o todavía no cantan,
y las nocturnas estrellas
están todavía pálidas...
Si yo supiera estar triste
yo me desharía en lágrimas
para que así me bebieran
las caricias de tus ráfagas
Viento suave del crepúsculo
si tus brisas me acabaran,
azulmente silenciosas
y azulmente solitarias,
viento suave del crepúsculo,

viento de las leves alas.

Juntos


Allá donde se encuentra mi pálida memoria,
Abismo misterioso, bosque oscuro;
Existe un lugar hecho de sombras,
Un lugar olvidado por el sol:
He soñado que allí nos reuníamos
Para maravillarnos de nuestro antiguo amor.

Largos años habían pasado, y con ellos
Ese antiguo lenguaje del corazón
Fue en vano
Sobre nuestros pálidos labios han corrido
Las aguas del olvido,
Que corona el amor de todos los mortales.

Y entonces balbuceamos; desde lejos,
Nuestro viejo deseo brilló frío y muerto:
Esa vez fue lejano como una estrella,
Sin embargo fuimos con los ojos abatidos,
Sin encontrar placer en la cercanía,
Como dos pobres sombras desconsoladas.

Mientras la vida sea nuestra,
No acumules las bellezas rosas y blancas,
Pero arranca la hermosura que huye de las flores
Para que adornen nuestro pequeño sendero de luz:
Pues pronto habremos de ahogarnos
En la amarga hierba de los muertos.

Juntos, tu y yo

Es de noche y a tu lado
las palabras son claves, son llaves.
El deseo es rey.
Que tu cuerpo sea siempre
un amado espacio de revelaciones. 
envuélveme.....No temas.
Ante tu fuego vivo
mi carne se deslumbra,
y surge castamente
entre el temblor rosado
de mi liviano traje
para poder ser tuya.

¿No aspiras en el aire
una fragancia débil
que enerva y que conturba?
¿No sientes que tu aliento
se prende como un velo
de sombra en mi cintura?...
Ya ves que hasta mis ojos
en esta noche tienen
fulguración oscura,
Y al enredar tus dedos
en mis cabellos claros
siento extraña frescura,
mientras caen tus besos
en mi boca sedienta
con la humedad fragante
que se raja una fruta.
Aspírame despacio....
Iniciaré mi entrega
sobre tu carne oscura,
y me alzaré del fuego
santificada y bella
como se alza del mármol
una estatua desnuda.

EL INFIERNO TAMBIÉN ES CELESTIAL


Decís que soy un ángel, por mi bondad y eterno fuego,
Decís que brillo como un astro en el firmamento;
Como un rayo en el crepúsculo.
Te diré sin temor sobre lo que conozco;
.Yo vivo, existo sólo por usted, sólo en usted.
Nuestras almas juntas yacen atadas
Por las antiguas leyes sagradas,
Y si yo soy un Ángel, usted es la causa.


He dejado los tesoros de mi alma a vuestros pies,

No hay hombre que camine por esta calle
Que posea el negro corazón que yo anhelo.
Usted ha despreciado todos los tesoros,
Así como muchos caballeros con el corazón de hielo.
Ha torturado mi espíritu con su falsedad,
Ignominia que todo lo pervierte;
Los Ángeles y los Demonios nacen del mismo vientre
Hasta que la Pasión los guía hacia abajo,
O por el camino ascendente.
El destino nunca es justo.
La locura que brota de la desesperación.
Como el brasa que en la chimenea consume su calor,
El desdén derriba todas las murallas.

El mundo es cruel al juzgar estas cosas,
Un gran mal y un gran bien
Se alimentan del mismo seno.
El Amor nos convoca y nos desgarra,
Cubriendo nuestros hombros con sus alas;
Y lo mejor bien puede ser lo peor,
Y lo odioso ser lo deseable.
Usted debería agradecer que esta pena se haya ensañado así,
Pues el Demonio ha enterrado al Ángel que hay en mí.

Censurado frenesí (Segunda parte)

Cerró los ojos lentamente al tiempo que inclinaba su cabeza hacia atrás, haciendo que su corta y oscura cabellera rizada se meciera apaciblemente sobre su espalda. Suavemente, comenzó a acariciarse ambos brazos a la vez y fue subiendo sus frágiles manos hasta los hombros. Apretó sus brazos contra sus turgentes pechos, donde el corazón parecía haberse vuelto loco e intentaba salir desesperadamente de su prisión, mientras deslizaba sus delgados dedos por debajo de la tersa tela de los tirantes de su vestido. La música dominaba ya completamente sus movimientos y, mientras se dejaba llevar por ella, hizo que el vestido resbalara por sus hombros hasta, con un silencioso crujir de la tela, llegar al suelo. El roce del vestido con su piel hizo que largara un profundo gemido de intenso placer. Sus pechos desnudos parecían intentar salir del cuerpo y dirigirse inexorablemente al interior de la casa.

Comenzó a deslizar sus manos por la aterciopelada piel que cubría su torso hasta llegar a los hirvientes pezones sobre los que empezó a pasar ligeramente los dedos convirtiendo la suave presión concéntrica en roces casi imperceptibles. Su cuerpo comenzó a tiritar de placer mientras un escalofrío le recorría de arriba a abajo y, apretando fuertemente sus pechos contra sí, comenzó a mojar los labios de su ahora abierta y sugerente boca con la mojada y cálida punta de su lengua. Siguió el curso de su cintura hasta llegar a las caderas, donde introdujo sus dedos entre estas y el elástico de las húmedas braguitas que cubrían su inexplorado sexo. Las ayudó a bajar lo suficiente como para pasarle el relevo a la gravedad, que se encargó de depositarlas en el suelo, junto a su vestido, no sin antes hacerlas rozar con la delicada piel de sus piernas, que temblaron ligeramente ante aquella leve pero placentera sensación.

Inconsciente de conceptos como vergüenza o pudor, pasó despacio al otro lado de la cortina para vislumbrar una atmósfera jamás imaginada por ella. Aquí, el hipnótico hedor se mezclaba con el olor de cuerpos sudorosos y la ambrosía del sexo. Las figuras de ambos géneros que yacían sobre cálidas superficies se entrelazaban de formas inimaginables para explotar al máximo el potencial sensual que allí se convertía en cinético y real. La lujuriosa euforia que se apoderó de ella no hizo más que incrementarse cuando vio como se le acercaba con aire tranquilo una figura masculina cuya sudorosa piel destellaba bajo los efectos de los focos rosáceos que iluminaban la sala, mientras que de su pulsante apéndice sexual goteaba aún un líquido blanquecino semiviscoso y salado. Ella abrió sus brazos y le ofreció su más guardado presente, presintiendo que aquel sería el momento en el que al fin alcanzaría la cúspide del triángulo vital que culminaría en su total realización como mujer.

Súbitamente se oyó un fuerte ruido de madera rompiéndose y acto seguido otro golpe más fuerte, una detonación, que resonó en toda la estancia. Su espalda ardió con un doloroso fuego que acabó por quemar todo su cuerpo al tiempo que la sonrisa que había mostrado entonces se tornó en una mueca. Abrió ampliamente los ojos para ver reflejado en el rostro de quien se le había aproximado el espectro del pánico, el desconcierto y la incertidumbre mientras se veía salpicado por una lluvia carmesí. Ella sintió como su cuerpo comenzaba a enfriarse rápidamente mientras oyó una voz a sus espaldas gritar:

¡Ninguna hija mía caerá en pasiones prohibidas!

Pudo ver reflejada en su mente la imagen de su irascible padre, alguien a quien nunca dejaría de odiar, y deseó que estuviera muerto. Pero ya no podía importarle.


No puedo olvidar

Puedo tocar tu mano sin que tiemble la mía,
Y no volver el rostro para verte pasar.
Puedo apretar mis labios un día y otro día...
Puedo mirar tus ojos y hablar frívolamente,
Casi aburridamente, sobre un tema vulgar,
Puedo decir tu nombre con voz indiferente...
Y no puedo olvidar.

Puedo estar a tu lado como si no estuviera,
Y encontrarte cien veces, así como al azar...
Puedo verte con otra, sin suspirar siquiera,
Y no puedo olvidar.

Ya vez: Tú no sospechas este secreto amargo,
Más amargo y profundo que el secreto del mar...
Porque puedo dejarte de amar, y sin embargo...

¡No te puedo olvidar!

Sin titulo





Vos y yo podemos acariciar este cielo, caminando; indico el al tiempo que le señalaba un cuadro de Van Gogh., La noche estrellada.
Tras un largo silencio, sin perder de vista la rendija de la puerta, ala
rgo su mano hacia ella tímidamente. Comenzó acariciando su rodilla.
El tacto le resulto suave y frio, como la extremidad de un maniquí.

Deslizo sus dedos temblorosos pierna arriba. Trato de explorar un poco más pero una sombra bajo la puerta lo obligo a levantarse bruscamente. Entro el medico disculpándose por la tardanza, le arremango la pernera vacía de su pantalón y con delicadeza procedió a ajustarle la nueva prótesis

Censurado frenesí (Primera parte)

Era una noche muy fría, el viento azotaba su vestimenta. Estaba ansiosa por llegar al lugar de la cita. Por fin había conseguido evadirse de la estrecha vigilancia a la que le tenía sometida su padre. Posiblemente era la persona a la que más odiaba. Toda su vida había estado al servicio de Dios y se había hecho un nombre debido a su fuerte y estricto carácter. Ella pensaba que estaba desquiciado.

Aparcó su bicicleta en el patio trasero de una pequeña casa de madera y tras asegurarse de que nadie se había percatado de su presencia se agachó frente a una maceta que había al lado de la puerta. Deslizó su mano por debajo de la misma. Estaba húmedo y resbaladizo al tacto, y pequeños cúmulos de arena configuraban una superficie rugosa que encontró horrible y repulsiva. Finalmente sus dedos tocaron el frío metal del que estaba hecha la llave que allí se ocultaba. La aferró fuertemente y tras incorporarse introdujo la llave en la cerradura con un cuidado envidiable. Giró la llave hasta que sonó un fuerte pero seco chasquido. La puerta se entreabrió. Cerciorándose de que nadie había sido testigo de dicha operación, volvió a colocar la llave bajo la maceta y, acto seguido, se deslizó tras la puerta cerrándola muy lentamente.


Acababa de entrar en un mundo totalmente distinto al de abstención en el que siempre había estado inmersa. Su cuerpo tembló al darse cuenta de que finalmente había conseguido su propósito; había roto las cadenas y salido a un mundo nuevo y fascinante. El interior de la entrada estaba decorado en rojo pálido y una sedosa cortina malva impedía vislumbrar el resto de la casa. Inundaba el aire una sensual y misteriosa música que hizo que su cuerpo se estremeciera. Si se prestaba suficiente atención podían distinguirse por encima de la música ligeros suspiros y el roce de cuerpos. Un fuerte olor, que en un principio consideró desagradable, penetró sus fosas nasales y comenzó a ejercer sobre ella un poder hipnótico que le hizo ruborizar al mismo tiempo que su ser comenzaba a arder en deseos y se veía envuelta y dirigida por los eróticos efluvios que desprendía la casa entera. Se dio cuenta de que a su alrededor yacían varios montones de ropa esparcidos sin ningún orden aparente, cubriendo casi en su totalidad la suave moqueta carmesí que adornaba el suelo de la entrada.